miércoles, 9 de enero de 2008

El Poeta Errante Latinoamericano

Narrativa

LA ISLA DEL RECUERDO FELIZ
Por: Pablo Aburto Valladares


De la camisa de Luisito, niño de doce años, flotaba un fuerte olor a sol de tarde, la última de un largo y caluroso verano. Cansado de pregonar su caja de golosina entre tantos rostros serios que iban y venían del malecón al parque central de Managua, se sentó a la orilla de una fuente musical de pequeños y grandes chorros de agua de colores. Empezó a jugar con el dedo índice, las espumas de agua que hasta él llegaban; mientras a los lejos la estatua humana de un poeta le sonreía al niño. Entre el murmullo escuchó una minúscula voz que desesperada gritaba; ¡auxilio, me ahogo!

Era una náufraga y moribunda hormiga con alas de invierno, que desesperada se prendía de la yema de su dedo y al instante dijo al niño:

¡Ho, gracias! Luisito eres generoso, me has salvado la vida.
- ¿Cómo sabes mi nombre?- Preguntó con asombro el niño.
- Te he visto jugar muchas tardes en esta fuente.
- ¿Y tú que haces por aquí?-Preguntó Luisito.
- Andaba probando mis nuevas alas de invierno, resbalé y caí en el agua de la fuente- Respondió la hormiga.
- Cómo quisiera tener alas de invierno! para poder viajar a la isla del recuerdo feliz.- Dijo Luisito.
- Esa isla esta muy lejos de aquí. Se encuentra en el centro del lago. Si te presto mis débiles alas de invierno no llegarías jamás… ¡Tengo una idea, construyamos una balsa y naveguemos en ella! - Dijo Hormiga.
- ¡Excelente idea, la construiremos y en ella viajaremos! –Respondió Luisito.

Los dos amigos caminaron en la costa del lago y con agónicas ramas recicladas construyeron una bonita y cómoda balsa, y en ella sobre el agua, emprendieron su largo viaje. Las anaranjadas nubes del cielo se cambiaron al color violeta, enseguida todo quedó en total oscuridad. Llegó el profundo silencio que sólo era interrumpido, por el ruido del agua que hacia la balsa al andar.
Amananecieron los amigos en su balsa y sobre el agua, con iluminada mañana, la mejor del año. Despertaron sus ojos con sorpresa y miraron de la balsa retoñar, abundantes hojas verdes y una tierna flor despertar.

-¡Hola, me llamo Sacuanjoche! Gracias a ustedes y el agua que me hicieron retoñar. A la isla del recuerdo feliz yo también deseo llegar. Ahí están mis hermanos y les daré grata sorpresa.
En los rostros de Luisito, Hormiga y Sacuanjoche se esculpía una feliz sonrisa, que hizo a los tres navegantes amigos cantar:

Somos Tres amigos
Navegantes del gran lago.
Un gran pez pescaremos
Y a la isla llegaremos.
A pescar a pescar
en el agua a pescar,
Que muy pronto a la isla
Del recuerdo feliz
Vamos a llegar.

Luisito el capitán fue a remar, hormiga a pescar y Sacuanjoche a cocinar. Del anzuelo muy pronto se prendió un atlético y mal humorado tiburón, que a los tres navegantes y su florida balsa por poco hizo naufragar.

-Suéltame, suéltame tonta hormiga. Soy el único tiburón de agua dulce en el mundo y campeón de natación. Un buen amigo soy, no me traten así.- Dijo el enfadado Tiburón.
Luisito el capitán de inmediato ordenó su libertad y diciendo un amistoso adiós, nadando muy veloz en el agua desapareció el amigo Tiburón.

Un día del profundo lago un gran trueno se escuchó que al cielo y balsa hizo temblar. Era pañuelo gruñón el temido bribón del lago, que a los tres navegantes hacia naufragar. Atendiendo al llamado de Luisito el capitán, el agradecido tiburón muy pronto apareció, y con sus atléticas aletas a la balsa florida llevó a la isla del recuerdo feliz.

El paisaje era gris quemado, no había color. Apareció el Guardabarranco con un juguetón zanate y con gigantes plumas, de la isla hacían un bello paisaje; piedras muy rojas, árboles azules y ríos amarillos.

A la gran alfombra roja, tejida con flores de malinche subieron invitados los tres amigos del cuento. El Sr. Momotombo, calvo y chistoso sus palabras de bienvenida, muy atento ofreció: Este es el cuento del Zapote, coman y coman jocotes.

Sacuanjoche agradeció: Este es el cuento del mango liso, corran den vueltas y se deslizan.
Luisito el capitán a los presentes pregunto: ¿Quieren qué les relate el cuento de piedras quemadas? Llegamos hasta aquí y no sabemos más nada.

Dos loros color verde tierno contaron de la isla su feliz historia. Aplaudieron Guardabarrancos y Zapates, las plantas azules con sus amarillos ríos. Después de muchos aplausos, un trueno y otro trueno se escucho, el cielo tembló y pañuelo gruñón el gran bribón a la isla del recuerdo feliz atacó. Con Luisito y sus amigos una gran muralla en círculo al bribón aprisiono. Al Señor calvo Momotombo fue llevado, donde aun guarda segura prisión.

Mientras en la isla del recuerdo feliz, Luisito, Hormiga y Sacuanjoche, continuaban viviendo su feliz vida de cuento; en el parque central de Managua, el intenso calor daba paso al alegre invierno. El agua de la brisa se fundía con los de la fuente musical que muy pronto interrumpieron el corto sueño de un joven escultor, que la pie de un monumento despertaba, para dar el último retoque a su obra de carácter original. Era el monumento a la madre sacuanjoche, que el joven escultor con gran sabiduría y buen oficio restauraba, el daño que le había causado pañuelo gruñón el gran bribón.

Una gran línea de pétalos de colores y otras interminables de hormigas con alas de invierno, hacían recordar al joven artista su feliz sueño en la isla del recuerdo feliz.

No hay comentarios: